Los ensayos de Armand sobre arte. Lo que dice sobre Rembrandt, Van Gogh, las pinturas
paleolíticas y las catedrales góticas, o sobre los bodegones
barrocos. Espléndido. Nunca pontifica.
En
El aliento del dragón,
que ahora releo, aparecen algunas muestras de esa
pasión esencial por los fueros (y los fueras) de la imagen.
"Una
lectura de la luz" (1981), por ejemplo, es una poética a partir de Van
Gogh. Van Gogh como un Copérnico o Kepler estético, también como un Juan de Patmos jubiloso: la mirada gira
alrededor de la luz y el cuadro es el centro del universo.
Un centro cegador: "no atrapa
luz o color: los derrocha, los emite". Así, su pintura propone
una cercanía (una intensidad) que no es apenas visual. De alguna
forma, los ojos son sacrificados en el altar de la imagen. La imagen
no es un objeto ni una impresión: es una visión. Ciega.
El mundo arde y Van Gogh es su
testigo. Sus imágenes, sus colores, su luz son una violencia. Un
cuadro es una ofrenda, sí, pero también un sacrilegio.
¿Es una obra siquiera inteligible?
A Armand no lo persuade la interpretación de Bataille,
para quien la pintura de Van Gogh era un reflejo de su condición mental. La pintura forma parte de un proceso, concede, "pero un proceso que no se origina, o no enteramente, en
el pintor o su enfermedad". ¿Dónde entonces?
La obra de Van Gogh postula una
imposibilidad: ver sin mirar. La imagen no necesita ser apenas
observada sino vista-y-no-vista. Es lo que es y su reverso
enigmático (Lezama): ¿qué? Van Gogh excluye la mirada, dice Armand. Pero no
el tiempo. Un tiempo que no es el del mito ni el de la profecía,
aunque esté muy cerca de ellos. Tampoco el de la historia. ¿Quizá
el tiempo mismo de la imagen?
Apariencias y apariciones: las
imágenes de nuestro holandés errante son a la vez fácticas y epifánicas. Ni abstracciones ni ídolos: incandescencias terrestres, rostros irisados. Metamorfosis.
¿En qué se transformaba -en qué
nos invita a transformarnos- Van Gogh? Dice Armand: "Paradójicamente
la luz puede indiciar un deseo de invisibilidad. Es posible
esconderse en ella tanto como en la oscuridad".
La pintura como un ejercicio -quizá como una vocación- de ausencia.
La pintura como un ejercicio -quizá como una vocación- de ausencia.